Los crupieres de blackjack reciben una gran formación. Antes de poder repartir una sola mano de blackjack, los crupieres deben completar un curso en una Escuela de Juegos de Casino. Estas escuelas son bastante caras y no ofrecen reembolsos si los alumnos no superan el curso. No es necesario decir que para cuando un crupier llega a una mesa, él o ella es un experto en repartir el juego. Sin embargo, en ocasiones, un crupier que no está del todo preparado puede colarse en el sistema. Esto no sucede muy a menudo, pero sucede. Tal fue el caso en un popular Casino de Atlantic City, cuando el descuido de un crupier le costó al casino un montón de dinero.
El crupier en cuestión tenía la mala costumbre de revelar su carta del agujero. Normalmente, esto ocurría porque levantaba la carta superior demasiado cada vez que necesitaba echarle un vistazo. No todos los jugadores en la mesa podían ver su carta del agujero. De hecho, el deslizamiento era sólo visible para el jugador que se sentaba en el asiento de la tercera base. Ese es el asiento inmediatamente a la derecha del crupier de blackjack.
Al principio, sólo unas pocas personas conocían esta debilidad de la banca. Obviamente, estos jugadores esperaban con impaciencia a que ese crupier estuviera trabajando. Consiguieron enterarse de sus turnos. Y las discusiones por sentarse en la tercera base surgieron. Con el tiempo, algunos de los jugadores que conocían al crupier llegaron a un acuerdo. Todos jugarían y la persona sentada en la Tercera Base haría señas con respecto a la carta del agujero del crupier. Los jugadores se reunieron y diseñaron un sistema de señas. Durante varias semanas, la vida se volvió de color dorado para esos jugadores que ganaban grandes cantidades de dinero en la mesa de blackjack.
Un día, el crupier desapareció. Nunca se le volvió a ver en aquel casino en particular. Algunos de los jugadores buscaron al crupier en otros casinos de Atlantic City, pero no lo encontraron. Una mañana, el jugador que había servido como jugador de Tercera Base estaba sentado en otro casino disfrutando de un desayuno. Entraron dos supervisores de sala de blackjack y se sentaron cerca de su mesa. Empezaron a hablar de algo que de inmediato llamó la atención de aquel jugador de blackjack.
«¿Te enteraste de lo que pasó en el Taj?», preguntó uno de los supervisores al otro. «Fue bastante raro. Pillaron a un crupier revelando su carta del agujero a un grupo de jugadores. Seguramente estarían trabajando juntos. La comisión estatal ha detenido al crupier y está en la cárcel del condado».
“¿Qué ocurrió con los otros? ¿Con los jugadores?”, preguntó el otro supervisor.
“Todavía los están buscando. Creó que pillaron a uno. De todos modos, no pasará mucho antes de que les cojan. Me he enterado de que la policía trajo fotos captadas por las cámaras de seguridad del Taj. Metieron esas fotos en nuestro programa de reconocimiento facial y en nuestra base de datos. Si uno de esos jugadores pasa por aquí, saltarán las alarmas”.
El jugador de blackjack que estaba sentado escuchando la conversación, de repente, perdió el apetito. Rápidamente, pagó su cuenta y se dirigió al parking. Ya estaba en la puerta del casino cuando dos guardias de seguridad se cruzaron en su camino.
“¿Sr. Roberts?”
El jugador de blackjack se quedó helado.
“Por favor, acompáñenos. Unos caballeros de la policía local desean hablar con usted.”
Finalmente, todos los jugadores fueron arrestados y acusados de crimen organizado. Aunque no conocían al crupier, fueron capaces de aprovecharse de las debilidades del trabajador y desarrollaron una serie de complejas señales que fueron suficientes para enviarlos a la cárcel durante una buena temporada.
Si se cruza con un crupier que no es bueno repartiendo cartas y revela información, piénselo dos veces antes de intentar aprovecharse de esa ventaja.